Mentirosos síncopes que nacen para ser, para servir, para crecer y poblar de a poco los muros oxidados del temblor. Hasta un punto infinitesimal de la senda de un libre sueño gris... Y luego, nunca enmudecen ante los destellos de mares calmados por la luna afinada que tirita en un eclipse fantasmal. Navegan por la risa de un mundo silencioso y se ocultan en colores de un río de sabores nuevos y sensibles. No se inmutan. No cambian. No retroceden. Estáticos, ya no van. Ya no vienen.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario